martes, 31 de mayo de 2011

Flores de Mayo (De pétalos, primaveras y utopías)

Hoy trato de ejercer de corresponsal del mes de Mayo, de cronista de utopías, de voz de la conciencia. Trato de hablaros de la luz que alumbra esta primavera improvisada, de esos ecos de esperanza que levantan su voz desde las entrañas de la tierra, que llenan con su fuerza las plazas de Madrid, de medio mundo, que aprendieron a mirar al cielo, a desplegar sus alas y a volar. Cansadas ya de padecer las inclemencias del invierno, las semillas dieron su fruto, y las calles se han llenado de pétalos que estallan en mil colores, desafiando la tiranía impuesta por el blanco y negro. Atrás quedaron los tiempos de silencios y desengaños, de asumir como realidad un simple decorado de cartón, en el que cada un@ asumíamos nuestro papel sin salirnos del guión establecido, padeciendo e interiorizando la resignación, la rigidez, con la que se esforzaron en hacernos crecer. Hart@s de estar hart@s hemos roto en pedazos esos renglones sucios. Por fin, ese ejército de maniquíes ha aprendido que había mundo mas allá de las vitrinas de sus escaparates, y rompiendo de un golpe los cristales se ha lanzado de cabeza a las aceras. Hemos descubierto que tenemos voz, que tenemos conciencia, que somos capaces de organizarnos, de hacernos oír, de ser noticia. Ocupamos las plazas de la ciudad, improvisamos asambleas, levantamos una enorme haima en la Puerta del Sol, un espacio para vivir la utopía, para hacerla nuestra. Junt@s decidimos que era mejor escribir la Historia que leerla en los libros. Nuestra generación, que ha padecido el mal endémico del dejar hacer, que a menudo se ha resignado en dejarse guíar, en permitir que otros piensen y decidan, que se ha acostumbrado a eludir la responsabilidad y el compromiso, sustituyéndolos por la resignación y el conformismo, ha descubierto por fin los barrotes que hay tras la cortina, los monstruos que se esconden tras el rosa de los putos cuentos. Sabemos que habrá que aguantar el peso de la tormenta sobre nuestras cabezas. Sabemos que la libertad tiene un precio. Volverá a cerrarse el telón sobre nosotr@s, querrán vendernos la misma resignación, el mismo abandono. Querrán volver a reírse en nuestras caras, convencernos de que nuestros papeles volverán a mojarse cuando regrese el temporal para vaciar sobre nosotros su torrente de sinrazón. Querrán comprarnos con sus cheques en blanco y sin fondos, querrán drogarnos con promesas vacías, querrán hacernos sangrar con sus golpes de porra y sus pelotas de goma, querrán ahogar nuestras voces en las sucias entrañas de sus calabozos, en las alcantarillas de su estado de derecho, en las cloacas de su democracia. Pero hemos vuelto a creer que aún queda arena de playa bajo los adoquines de las plazas, que tal vez florezcan nuevos pétalos bajo estas toneladas de alquitrán, bajo estas calles asfaltadas. Porque nuestros sueños no caben en sus urnas electorales. Se ha abierto una grieta en la densidad del espejismo, y por ella se filtra la luz que nos hará crecer, ese pedazo de horizonte que nos dice que el mañana es nuestro. Y sabemos de sobra que otros muros han caído. Aunque pensemos que caminamos despacio, lo cierto es que vamos muy lejos. Nuestra conciencia colectiva ha despertado. Haremos temblar los cimientos de este mundo, porque se ha abierto un claro entre las nubes, y hemos visto brillar el sol en plena noche. Porque las flores de Mayo han sacado los pies del tiesto, y sus raíces habrán de llegar hasta el corazón de la tierra. Porque hoy sabemos, mas que nunca, que otro Mayo es posible.

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