lunes, 24 de noviembre de 2008

Palabras (o antología de una tarde de noviembre)




Cuando me paro a mirar esa tarde que se escapa, sin hacer apenas ruído, el alma me vuelve a sugerir que haga inventario. Pienso en esas nubes negras, en la tormenta que hoy nos quedó pendiente. Quizás el aguacero hubiera barrido las aceras, apagado algunos fuegos. Quizás me hubiera invitado a vivir esa extraña sensación que se siente al tener empapados el corazón y la ropa de calle. Vuelvo la vista hacia el montón de papeles que confeccionan los recortes de prensa que guardo en una carpeta con algunas notas. Y repaso un artículo que reflexiona sobre la necesidad de leer poesía, sobre el papel de la palabra. Por curiosidad, o por instinto, leo alguno de los poemas de Miguel Hernández que, sembrados al azar, dan forma a la antología de esta tarde, y tambien aliento a la superficie inerte de mi escritorio. Pienso, sin quitarme de la cabeza la idea de esa tormenta que no tuvo lugar. Y llego a la conclusión de que el dolor, al igual que la poesía, también es necesario, que las palabras a veces son herida abierta, y que otras veces, son tan solo...

...palabras...

Porque cuando leer el diario se asemeja a beber cicuta, las frases, y con ellas las palabras, se vuelven armas de doble filo. Una conciencia malherida, o un cuerpo desangrándose, sólo incita a morir matando. Y es que a veces no quiero morir ni matar. Cuando la realidad se resume en ese ruído de guerreros, en frases vacías y argumentos pobres, en tanto hablar sin escucharnos, me siento tentado, de vez en cuando, a exiliarme en mi cuaderno, entre los márgenes que delimitan su extrarradio. Ese rincón periférico y utópico en el que el silencio no se impone, sino que se busca y se siente libremente. Y, por ejemplo, me dedico a planear esa otra cita pendiente. La que tengo con el mar y con ese verso que me falta. Porque la próxima vez que nos sentemos frente a frente nos miraremos a los ojos sin decirnos nada. Nos miraremos en silencio, y sin embargo nos diremos tantas cosas como queramos saber. En definitiva, todos necesitamos hacer un hueco en la agenda para reinventarnos. Aunque sólo sea de vez en cuando. Para llenarnos de cielo los pulmones. Porque a menudo mis sueños se nutren de agua y horizonte. Así podré decirte que me gusta oír tu voz tiritando en mi contestador, y que me gustas cuando callas, porque estás como ausente. Sabré decirte que me dueles. Peró también sabré guardar silencio. Y escucharte cuando hablas, muchas veces sin necesidad de separar los labios. Sabré mirarte a la cara y planear algún naufragio en cada mirada que me tiendes. Porque, en silencio, esa mirada también sugiere agua y horizonte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

holaaaaa jehu!!!soy gema. genial el texto ma molaooo muxooo yo tamb tengo un blog igual k este xo no me meto muxo, ya sabes el tuenti y el facebook jajaj malegro saber de ti y k ayas terminado la tesina qtal fue?
sigo pensando k deberias publicar todo esto. nosotros vamos a publicar las actas de las conferencias sobre la guerra civil q hicimos en bubok.com exale un ojo q igual t interesa besos!!!!