Al meu estimat Tatu Pedro
Que lentes passen les hores sense la teva presència ...
Mario Benedetti escribió que
“cinco minutos bastan para soñar toda una vida. Así de relativo
es el tiempo”. Siempre recordaremos al Tatu Pedro sentado en su pequeño
taller, rodeado de manecillas, péndulos, tuercas y esferas. Relojero de oficio,
acostumbrado a una labor tan minuciosa, supo ver mejor que nadie que el tiempo
es a la vez el más valioso y el más perecedero de nuestros recursos.
Hoy nos duele darnos cuenta que
se ha parado tu reloj. Que duras resultan estas horas lentas en los que al mirar
a nuestro alrededor nos faltas de repente. Que breve esta despedida para tratar
de contener palabras capaces de expresar
lo mucho que te hemos querido. Lo bueno del tiempo es que podemos revolverlo a
nuestro antojo, como un viejo baúl, en busca de tantos momentos que no
sabríamos por donde empezar. Seguro que ahora mismo tod@s los que le conocimos
somos capaces de recordar alguna vivencia, alguna anécdota que nos haga sentir
la calidez que trasmitía esa persona
noble y buena que fue mi tío. Tod@s
recordaremos su carácter tranquilo, esa costumbre tan trabajada de quedarse
callado mientras las palabras volaban a su alrededor. Recuerdo cuando la
Tata Marisa le obligaba a ponerse a dieta.
El no protestaba, pero luego se encontraban galletas escondidas en el bolsillo
de su bata de relojero. Siempre habrá
quien dirá que mi tío era una de esas personas que callaban por no hacer ruido.
Pero en realidad fue uno de esos pocos que saben que a menudo el silencio es
sabiduría. Jamás le faltaron las
palabras justas para dar consejo, para expresar lo necesario. Tras aquel
carácter apacible se ocultaba una persona culta e inteligente como pocas.
Humilde como nadie. Nunca tuvo tiempo de tener prisa. Jamás podré evitar
sonreír al recordar su despiste al
volante, que hacía desesperar a mi padre cuando tocaba dejar anclado el coche
en cualquier cruce de carretera y esperar que, algún día, apareciese. Tenia una habilidad única para
perderse por aquellos misteriosos atajos que solo el conocía… ¿Quien dice que no podía
llegarse de Barcelona a Madrid
rozando levemente la provincia de Almería? Citando a Cavafis, para mi tío
lo que importaba no era llegar a Ítaca, lo importante era el viaje.
Algun@s de vosotr@s ya le conoceríais
en aquellos tiempos en los que estuvo dispuesto a dejarse siete años de su vida
entre rejas por mantenerse firme en sus convicciones. No tuvo tiempo ni
siquiera para dudarlo un instante. Yo he visto algunas fotos de aquella época,
en las que sale con pelo y con guitarra, probablemente dedicándole a mi tía
Marisa aquellas “paraules de amor”
que nunca les faltaron. Fueron capaces de inventarse un idioma que solo ellos conocían; y en el
que nunca dejaron de entenderse ¿Qué puede hacer el tiempo para borrar una
historia de amor como la vuestra?
De mi infancia recordaré con
alegría aquellas tardes en las que el volvía en avión desde Suiza con un montón
de tabletas de chocolate escondidas al fondo de la maleta. También recordaré aquellas
ocasiones en el Retiro en las que me hacía reír a carcajadas cuando trataba de
imitar el grito de un pavo real. Algo más recientes son algunas noches que
pasamos en el hospital a la luz de un tímido flexo, hablando del pasado y del
presente, de sus recuerdos de infancia en aquella Barcelona de la que aún
quedan algunos rincones, de maravillas de la ciencia y de Janis Joplin. Seguro
que cada un@ de vosotr@s lo recordara por mil momentos
emotivos, que es posible que hoy nos hagan llorar, pero que en el fondo nos
harán sentirnos afortunad@s por cada minuto que hemos compartido. “Nacemos para vivir. Por eso el capital más
importante que tenemos es el tiempo. Es tan corto nuestro paso por este planeta
que sería una pésima idea no disfrutar de cada paso, de cada instante, con el
favor de un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos”.
ADEU TATU
Tots els que t'estimem no
tindrem mai temps d'oblidar.
1 comentario:
Gracias primo... Le echamos mucho de menos :_(
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